viernes, 11 de abril de 2014

Demos un Paseo {Crowstiel} Part 1

Los primeros rayos de sol se colaban por la ventada del dormitorio, donde Crowley descansaba. Casi desnudo, solo con la ropa interior y tapado a medias. No penséis mal, no sucedió nada de nada. Como ya había pasado otras veces. Crowley amaneció solo en su gran cama. No se que le hizo pensar a Crowley que esta vez seria distinto, que esta vez se despertaría con compañía. ¿Qué le hizo pensar aquello? No, era imposible que eso ocurriera. Se levanto de la cama, su solitaria casa, donde no se oía nada. Ni siquiera sabia si había pasado la noche con él, o se había ido nada más que el cerro los ojos. Estaba acostumbrado a la soledad. Vivía en ella. Y no le importaba. Pero en parte estaba harto de aquello. De tener que ocultarse. De que se fuera sin mas. Le hacia sentir como una furcia, sin la parte del sexo. Pero ¡Que demonios! Era él el que insista en dormir juntos. Aunque él no dormía. Y Crowley accedía. Se había acostumbrado a dormir acompañado... a dormir en general.

- Maldito... -Decía cada mañana al despertarse y encontrarse las sabanas frías-

Se levanto de la cama, sin saber porque se enfadaba. Si ya sabia que pasaba cada mañana. Pero aun así, le hubiese gustado despertarse y ver aquellos y brillantes ojos azules. Tan azules como el mismo cielo. Esos ojos que hacían que los mirabas como quien mira al infinito. Crowley se coloco esas viejas zapatillas de estar por casa y se vistió con una elegante bata color granate, que tenia sus iniciales bordadas en un hilo dorado. Bajo a la cocina a por su taza de café matutino. Bajo las escaleras con tranquilidad, no esperaba ver a nadie. Como mucho a uno de sus cachorros del Infierno, como él los llamaba. Para su sorpresa, en la cocina, no se encontraba uno de sus perros, haciendo ruidos juguetones con el objetivo de que compartiera su desayuno. Lo que encontró fue a Castiel, sentado en la barra de la que estaba compuesta la cocina. Con las manos en sus propias rodillas. Lucia la misma gabardina que la noche anterior. El miso pelo desaliñado. Y la misma corbata mal colocada. Se giro hacia Crowley cuando este se le quedo mirando, sorprendido.

- Uhm... -Castiel observo la bata que llevaba puesta Crowley, nunca antes le vio con una prenda distinta a la de su elegante traje negro con una corbata que variaba de ver en cuando en color, a veces negra, a veces roja. Ladeó levemente su rostro hacia un lado, frunciendo con levedad el ceño ante la confusión de ver así a Crowley.- ¿Eso es... Llevas un... como se llame...? -Parpadeó varias veces, abrumado por la confusión.-

- Se llaman batas. -Ocultaba bajo un ceño fruncido, la sorpresa de que aun permaneciera aquí. Entro en la cocina y puso la cafetera a hacer café- ¿Quieres? -Señalo la cafetera, ofreciéndole a Castiel una taza de café, aunque realmente no sabia si bebía o no-

Castiel negó con la cabeza y se dedico únicamente a observar al otro. Con las manos aun apoyadas en su regazo. Y las piernas guardadas bajo la silla.

- De acuerdo -Se oye susurrar a Crowley, girándose hacia la cafetera- Nunca pense que la mañana de después fuera así. Y eso que no ha habido nada de antes -Murmuro-

- Que murmuras, Crowley -Le pregunto a Crowley, sin dejar de mirarlo un segundo con la cabeza aun ladeada, pareciendo a si mas un gato que un ángel-

- Nada, Nada... -Cogió una taza del armario que estaba justo encima de su cabeza y se sirvió un poco de café caliente- Solo me preguntaba... ¿Por qué sigues aquí?
 
Castiel no borro su expresión confusa. Bajando la cabeza, mirando sus propios pies. Pues ni él sabia porque se había quedado, esta vez. Cuando el resto de veces se había ido sin ninguna contemplación ni explicación. No podía decir que se había pasado la noche observando dormir al demonio. Que se había quedado hipnotizado viendo el tranquilo rostro del durmiente demonio. Que nunca parecía tan tranquilo como cuando esta despierto. Que se había quedado sentado en la cama observando y escuchando como hablaba en sueños. Crowley esperaba una respuesta. Observando a Castiel mientras, de vez en cuando, daba algún que otro sorbo a la taza de café que tenia entre sus manos.

- ¿Y bien? -Acabo por decir Crowley, tras unos minutos de silencio en los que Castiel lo único que hizo fue mirarse sus zapatos-

- ¿Eh? -Castiel alzo la mirada finalmente para observar con detenimiento los pardos ojos que el demonio poseía, y que eran lo único del rostro del demonio que el ángel no podía contemplar salvo cuando hablaba con él- Y...Yo... no... no lo se... -Confeso finalmente y volvió a bajar la cabeza-

- Bueno... -Crowley dejo la taza en la encimera y se dirigió a la salida de la cocina. Siendo, así, seguido también por los ojos de Castiel que seguían tan confusos como de costumbre- Pues ya es hora que te vayas.
 
- ¿Que me vaya? Aun es pronto... -Se levanto con rapidez del taburete donde hasta entonces había estado sentado y siguió a Crowley hasta las escaleras.-

- Pero imagínate que viene alguien y te ve aquí, ambos nos meteríamos en problemas muy graves. -Crowley siguió subiendo las escaleras mientras Castiel se quedaba a los pies de esta observando como la bata de Crowley se movía al compás de sus movimientos-

- Puedo desaparecer si eso ocurre... -Dice Castiel en voz baja, frunciendo el ceño con tristeza pues no quería irse.-

Crowley subió a su dormitorio. Cerro la puerta y se quito lo bata que llevaba y el resto de ropa que le quedaba, dejándola tirada en el suelo y metiéndose al baño a darse una larga ducha. Castiel estuvo al pie de las escaleras, dudando en si debía irse ahora, esperar a que volviera a bajar... o subir él mismo. Al final empezó a subir las escaleras, despacio, sin hacer ruido. La mayor preocupación de Castiel de permanecer en aquella casa eran los perros de Crowley. Aquellos perros del Infierno que aunque Castiel quisiera aparentar, por su orgullo de ángel, que no le daban ningún tipo de miedo. No era verdad, y mas siendo aquellos los perros de Crowley. Mas grandes, fuertes y temibles. Entro en el dormitorio, cerrando despacio la puerta y escuchando la ducha correr y al demonio cantar incluso. Ante aquel sonido decidió sentarse en la cama, como había hecho la noche anterior y espero, escuchando al demonio. Pero lo que aun no entendía era el porque. Porque aquella voz que pertenecía al demonio le gustaba tanto. Porque se quedaba noches observando como dormía. O porque esta vez, a diferencia de las otras, había decidido quedarse. No lo sabia ni entendía. Pero ahora no pensaba en ello. Se quedo escuchando a Crowley ducharse, moviendo las piernas impacientemente como si de un niño se tratase.
Finalmente Crowley salió de la ducha con tan solo una toalla en la cintura. Todo su cuerpo estaba completamente mojado. Su corto pelo se caía por los lados y unas traviesas gotas de agua hacían una pequeña carrera por la zona de los tatuajes, en ambos brazos, del demonio. Crowley nada mas salir de la ducha se percato de que Castiel seguía ahí. Y no solo eso, había estado ahí durante él estaba en la ducha.

- Pense que ya te habrías ido. ¿No te echara en falta cierta ardilla? -Crowley le dio la espalda a Castiel, mirando hacia el armario que no solo decoraba la habitación, si no que era el lugar donde Crowley guardaba tus preciados trajes hechos a medida.-

- N-No se... D-Dean estará bien... -Nada mas aparecer Crowley pareció que Castiel se había vuelto completamente tartamudo. Porque no podía pronunciar palabra sin tartamudear, y sin apartar la vista del semi-desnudo Crowley.-

- Si tu lo dices. -Crowley cogió uno de sus trajes y lo colgo justo en la puerta del armario. Y sin pudor alguno dejo caer la toalla de su cadera. Sin importarle aquel observante que era Castiel.-

- ¡C-Crowley! Q-Que estas haciendo... -El rostro de Castiel cambio del color carne algo pálido al puro rojo vivo, mirando rápidamente al techo, que curiosamente tenia un espejo que apuntaba a la misma cama.-

- ¿Tu que crees? Me estoy cambiando, estoy en mi casa ¿Recuerdes? -Se puso la ropa interior sin molestarse en contestar a Castiel mirándole. Se puso los el pantalón, se coloco la camisa y finalmente miro a Castiel con la camisa desabrochada aun- ¿Algún problema?
 
- N-No... -Volvió a mirarle cuando ya estaba vestido- Solo... Me pregunto... ¿Para que es eso? -Señalo al espejo justo encima de él-

- Uhm... Ah... Eso... -Crowley mira arriba, al espejo y luego a Castiel con una picara sonrisa- Para jugar.

- ¿Jugar? -Frunció el ceño y ladeo ligeramente la cabeza hacia un lado. ¿Jugar? ¿A que se podría jugar con algo así? No lograba entender a que tipo de juegos se refería el demonio.-

- Lo entenderás cuando seas mayor... -Comenta Crowley con una sonrisa santurrona mientras, uno por uno, se abrochaba los botones de la camisa. Se ponía la chaqueta, estirándola cuando ya reposaba sobre sus hombros. Y colocándose la corbata como solo él podía hacer- ¡Listo!

- ¿Listos? ¿Listo para que? -Cada vez Castiel se mostraba mas confuso.- ¿T-Te vas?
 
- No. No me voy. Nos vamos. -Se ajusto la corbata frente al espejo que había en la puerta del armario-
 
- ¿Nos vamos? ¿A donde? ¿Porque? Pense que querías que me fuese -Formulaba una pregunta tras otra, sin esperar respuesta de ninguna de ellas-

- Lo que no quería es que te quedaras ahí plantado. Por si venia alguien. ¿Cómo voy a explicar que un ángel a pasado la noche en mi casa? Pero que, sin embargo, no le he hecho nada... de nada...
 
- -Abrió la boca para decir algo, pero enseguida la cerro. No sabiendo como reaccionar o responder a aquello. Simplemente observándole- ¿A donde?

- Confía en mi. Te va ha encantar. -Se volvió nuevamente a Castiel con una confiada y amplia media sonrisa. A lo que Castiel respondió con la misma confusión e incredulidad al no saber a donde tenia pensado llevarle. Pero tampoco pensaba poner queja ni oposición a ello.-
 
 
{Continuara~}

miércoles, 9 de abril de 2014

Ángel y Demonio. Si es posible {Crowstiel}

Delante del escritorio. Hundido completamente. La ventana permitía entrar algunos de los últimos rayos de sol del día. ''Un día sin él'' Pensé. Un anaranjado rayo de sol dejaba ver una pequeña libreta de colores oscuros que descansaba en el escritorio. Junto a una pluma de funda plateada. ¿Qué había en ella? Por el momento tan solo unos garabatos que había echo en mis ratos de aburrimiento. Pero ese no era el objetivo de esa libreta. No es un diario, intentaba convencerme a mi mismo con ello. Pero a quien quiero engañar. Necesitaba reflexionar y eso, escribir todo lo que pienso, me pareció la única manera... Efectiva de hacerlo. Pero por el momento no había nada. Por mi cabeza pasaban tantas cosas que no era capaz de expresarlas todas ellas. ¿Por donde empezar? Una vez supiera como empezar, supongo que todo lo demás seria fácil. Cogí la pluma, abrí la libreta y...

''Queri... '' -Lo tache.
''Hoy...'' -Lo tache.

Suspire varias veces, y jugaba con la pluma, marcando un ritmo dando con el culo de esta en la mesa de madera. Y de nuevo pose la punta de la pluma en el papel, y este se mancho de su tinta haciendo una pequeño charco de tinta. Pero al fin comencé a escribir.

''No se si esto que estoy haciendo servirá de algo, o simplemente me hará perder tiempo. No lo se realmente. No quiero hacer de esto un diaria. Ya tengo mi edad para algo así. Pero tampoco puedo quedarme mirando el papel en blanco durante todo el día. Tengo tantas cosas en la cabeza que debería dejar plasmado en algún lugar y así pensar bien sobre ellas. Pero tengo que elegir algo con lo que empezar. Y bueno, al fin lo decidí. Y aunque sea comenzar de forma tan común. No se me ocurre como hacerlo de otra forma.

Mi nombre es Crowley, aunque la gran mayoría me conocerán por Fergus. He hecho muchas cosas durante mis siglos de vida. Lo que no quiere decir que hayan sido buenas. En realidad no creo que ninguna de ellas se pueda considerar buena. Mi trabajo es provocar dolor. Y durante siglos es lo que he hecho, y he disfrutado con ello. Pero en este presente. En este día... o mejor dicho y escrito. En estos días. Eso ha pasado a segundo plano. Porque... Em... Lo escribiré de otra forma.

Había un demonio, un demonio que como todos los demás todo su ser es odio y rencor. Su oscura alma no dejaba rincón para nada que no fuera ira. Pero esto no siempre fue así. No. Como muchos demonios, este fue humano. Pero tampoco hay que creer que en esa otra vida hubiera sido mejor. En su infancia había sufrido. Fue un niño infeliz, soportando golpes de su padre. Y la temprana muerte de su madre. Pero por muy mala que fuera esa situación, conseguía sonreír. Una sonrisa que oculta como su alma, que en principio era pura como la de cualquier niño, se ennegrecía. Y tras toda esa oscuridad que fue acumulando ese pequeño, estallo una pequeña luz. La luz de la sonrisa de una niña y el afecto de un pequeño nuevo burgués. ¿Amistad? Así la llamaban. Pero ... nada dura para siempre. Un día esas luces se apagaron, desaparecieron. Y comenzó la creación de un adulto, cuyo corazón ya no aceptaba sentimiento. Y que por ello. Ahora es un demonio sin ellos. Cuatro siglos de soledad y odio. Hasta que algo se cruzo en su camino. Un ser que era contrario a él, pero parecido en muchos aspectos. No podía ser aquello. Pues el cielo y el infierno nunca se deben juntar. Aun por esas. Y de nuevo una luz dispersaba la amargura que durante siglos había vivido en el demonio. Un luz que le llenaba de calor y que, desde hacia vidas, le hacia sonreír con sinceridad. ¿Muestras de felicidad? -No me merezco tal cosa-. Se repetía constantemente.- Odio y Rencor, eso es lo que soy-. Siempre se decía. -Pero junto a él. Él me hace ser mejor, me hace sonreír solo con mirarle. ¿Qué es esto que siento? ... Amor...- Como podía ser. Seres de odio y oscuridad que sienten Amor.- Un ángel y un demonio, es posible que...- Ángel y Demonio. ¿Cómo iba ha funcionar tal cosa?.

Castiel. Te quiero -Y lo tache- Castiel, te amo. Y.. me expresare como si supiera que esto lo vas a leer en un futuro.

Castiel, lo siento. Siento todo el daño que te he hecho, porque tu no te mereces eso. Mis palabras solo son palabras, nunca se me dio demasiado bien expresar esta clase de cosas. Nunca que he dejado de querer, nunca deje de amarte. Pero... aunque no lo creas, esto... esto es lo mejor. Para ti, y para mi. Aunque se que duele. Lo se. Y espero... deseo que ahora mismo no me odies. Porque tras perderte a ti. No me queda nada. Pero... cuando todo acabe. Cuando las voces dejen de sonar. Cuando el puñal deje de apuñalar. Cuando al fin consiga llegar a la tranquilidad que busco. Cuando sepa que no te hare sufrir mas. Cuando eso ocurra. Solo espero que sepas perdonarme. Porque lo eres todo, para mi. Y tal vez este siendo demasiado egoísta. Soy consciente de ello. Pero también se que no puedo vivir, sabiendo que mi mayor estupidez fue dejarte marchar.


Porque si. Un ángel y un demonio es posible''


Cerré aquello de golpe, dejando la pluma junto a la libreta. Levantándome de golpe y acercándome al aparador. Cogiendo un vaso y una botella de whisky.

- Solo me quedáis vosotros -Dije en voz baja acariciando la cabeza de uno de mis perros. Que notaban como su amo no era el de siempre.

jueves, 3 de abril de 2014

La Herida que nunca se curara

Estaba tirado en el suelo, rodeado de cristales, con Lucifer postrado encima suyo empuñando un trozo de cristal, sin poder moverse, paralizado completamente. De pronto, todo se volvió oscuro a su alrededor, como si una pequeña cúpula los rodeara, bajo su sombra, el tiempo se detuvo, veía a el arcángel con el cristal en la mano, quieto, inmóvil. No sentía dolor alguno, no sentía los cristales clavados en sus piernas, no sentía nada físico. Solo miraba al arcángel, con el cristal en la mano, casi rozando su piel donde se encontraba su corazón humano. Mientras lo único que se preguntaba era: ¿Cómo he llegado ha esta situación? ¿Como puedo estar tan cerca de la muerte? ¿Como es posible que, mi muerte sea a manos de quien, en algún momento, llegue a tener aprecio? De Él, a quien, al mirarle, solo veía a una pobre criatura que solo buscaba el aprecio de los demás.
El tiempo a su alrededor, poco a poco, se fue recuperando, veía como el arcángel muy despacio clavaba el cristal en su corazón. Mientras encerrado en aquella cúpula oscura, oía una voz lejana, que le pedía que se rindiera, esa su propia voz, era lo que quería decir ''me rindo'' no quería morir, no deseaba que todo acabara de esa manera, pero esa voz se fue apagando con cada centímetro de distancia que separaba el cristal de su corazón.

 En aquel momento todo su mundo se derrumbo , tan cerca de la muerte, su única posibilidad, era un ángel y también lo ultimo que deseaba hacer era pedirle ayuda. Pero el miedo de rozar asta esos extremos la muerte, era demasiado para el. Rezo, como reza un humano justo antes de la muerte, para salvar su alma, pero no llego a contemplar lo que instantes mas tarde pasaría. Todo se volvió completamente oscuro, tan oscuro que llego a pensar realmente que estaba muerto.
Despertó, pasadas unas horas, miro a su alrededor, solo vio a Sally y a la Seraphin, se miro a el mismo, no había rastro de herida física, ni de cristales, solo su ropa manchada de sangre, sus heridas se cerraron, o por lo menos las que se veían desde fuera. Todos sus últimos recuerdos permanecían aun muy recientes, se veía a si mismo tirado en el suelo y con Lucifer apunto de atravesarle el corazón. Debió haberlo contado, debió haberse desahogado, contar lo sucedido, como se sintió, todo lo que paso, pero su orgullo nunca le permitiría hacer tal cosa.
No podía admitir, que había tenido miedo, que se había sentido dolido de que fuese Lucifer quien había estado apunto de matarle. Tal vez, si lo hubiera dicho, si se hubiera abierto, todo ese dolor que aun esta en el, hubiera desaparecido. Pero no lo hizo. Solo se quedo callado, guardo ese sentimiento, ese dolor, muy dentro de el, para que no saliera nunca. Lo ultimo que quería era que sintieran lastima de él. Ese momento nunca se borrara, permanecerá inmóvil en sus recuerdos.

La mayor herida, la peor cicatriz, no es la que se ve desde fuera, si no la que se siente por dentro.

La Oscuridad y El Diablo {Cap 2}

Era una mañana fría y solitaria. Las calles estaban desiertas casi. Y la luz del sol iba iluminando cada rincón de aquel tenebroso lugar en el que se podía vislumbrar dos figuras hablando. O al menos eso parecía. Estaban uno frente a otro, ninguno de los dos se movía ni hablaban desde hacia unos minutos. Axel se dio cuenta de que no llegaría a la primera clase de la mañana, tampoco le importaba. Observaba al hombre que se erguía frente a él. Con unos ojos desafiasteis y confiados. Mientras que el hombre, que ya se había identificado con el nombre de Crowley, no parecía importarle esa mirada en el rostro del chico. Al revés, le divertía. Y a la vez despertó en él una curiosidad que no sentía desde hacia años. Aquel chico pudo percibir su aroma con rapidez. Y solo se vasto de sus expresiones y vestimentas para dar una idea de lo que era. Realmente era, para alguien de su edad, una autentica proeza. Crowley noto la oscuridad en el corazón del joven, lo que despertó aun mas si cabía su interés y curiosidad por el muchacho. Noto algo distinto en aquel chaval, algo que tal vez le seria de utilidad. Tal vez había encontrado un autentico diamante en bruto al que pulir con su sabiduría e ingenio. Pero eso solo era una primera impresión. Antes de tener cualquier conclusión debía conocerlo. Debía saber mas de él. Pero como es normal no se lanzaría a las típicas preguntas. No... Crowley era mas sutil. Quería verlo, sabia que había algo mas dentro de él, a la espera del genio que consiguiera hacer emanar esa fuerza oscura que poseía.

- Después de esta muestra de arrogancia, creo que puedes volver a tu... lo que sea que hagas, chaval. -Se mostraba completa mente desinteresado de aquel chaval. Puesto que después de todo solo era un humano adolescente mas.

- Espere -Se apresuro a decir Axel- Aun tengo algo mas que decir -Crowley se detuvo en ese mismo instante, ya se había dado la vuelta y se disponía a desaparecer de la vista del chico- Sobre ese olor a azufre, dudo mucho que se trate usted de un químico que ha estado manipulando esa sustancia recientemente, y tal vez peque de Don Quijote absorbido por las historias de los libros, pero empiezo a dudar que sea usted un humano.

 
- Uhm... -Crowley alzo la cabeza y con tan solo un ojo miro al joven con una sonrisa más que divertida- Pues creo que lees demasiados libros, chaval.

- No creo que sea por los libros. Siempre me han atraído ese tipo de temas y ese aroma... es un tanto... ¿Infernal? Nadie va por la calle oliendo de esa manera -Siguió defendiendo su teoría, aun sabiendo que el otro lo negaría.

- Sabes... -Comienzo Crowley con tono solemne, volviendo a quitar sus ojos del chaval- ... ese dicho de ''Quien juega con fuego se acaba quemando'', pues ten cuidado... por que estas ya de camino a la UCI. -Afilo la mirada.

 
- Si, lo he oído y tambien ese que dice ''Quien no arriesga, no gana'' -Se atrevio a replicarle, aunque internamente temia lo que aquel hombre pudiera hacer, ahora que su cabeza le decia que no era un hombre normal y que tal vez seria peligroso.

- ¿Tienes respuestas para todo, verdad? -Crowley se volvió por completo hacia Axel- Hay cosas que, por tu bien, deberías ignorar y dejar pasar -Aunque no pretendía que sonara como tal, pareció mas una amenaza que una advertencia.

Aquel molesto encuentro entre dos ''personas'' una fría mañana, en un mal barrio de Los Ángeles. Había dado lugar a una conversión, en la que ambos empezaban a sentir una curiosidad mutua por el contrario. Mientras el sol se alzo lo suficiente como para poder reflejar unas largas sombras a los pies de ambos individuos. Mientras la calles se iban llenando y el ruido, de una ciudad que despertaba y se ponía en funcionamiento, los iba envolviendo a medida que el tiempo transcurría a su alrededor. Aunque para ellos, que tenían la mirada fija en el contrario, no se daban cuenta de ello. Se examinaban mutuamente como intentando prever los pensamientos contrarios . Predecirlos y contra restarlos. Pero aun por todo el ruido que ahora los envolvía, para ellos era como un eco sordo y lejano, intentando escuchar los pensamientos del otro. Pero ese silencio entre ambos fue roto por la melódica voz de Crowley.

- Aléjate de la oscuridad, Axel, como consejo. Estas mejor lejos de esas cosas -Su rostro no dejo de ser serio.

- Siempre he vivido en ella. Soy mi propia oscuridad. Y de mi mismo no puedo escapar -Contesto Axel de inmediato, una vez que Crowley había acabado la frase.

- Aun no has conocido la verdadera oscuridad. Te lo aseguro, no eres tu propia oscuridad... aun no sabes usar ese termino -él mismo sabia de lo que hablaba, el era la oscuridad de los hombres. Su alma, literalmente, era del rojo de la sangre que había derramado- Vete...


- No pienso irme sin m... -Alguien empujo y este se giro gruñiendo enfadado, odiaba el contacto físico con otras personas y mas de esa vulgar y brusca manera. Cuando se quiso volver y acabar la frase empezada, Crowley ya había desaparecido.

Las palabras de Crowley habían calado en Axel. El cual, al verse de nuevo solo, en vez de volver o mas bien ir a donde debería estar ya, osea en clase. Volvió corriendo a su apartamento. Corriendo, algo que pocas veces hacia. Al llegar a el edificio donde vivía fue saludado por la dulce portera, pero Axel lo ignoro, tenia prisa en llegar a su apartamento. Al llegar le costo incluso meter la llave en la ranura para abrir la puerta. Parecía estar algo nervioso tras el encuentro con Crowley. Dejo los libros tirados en el suelo y se planto frente a la estantería, a la cual le faltaba espacio para almacenar todos los libros que este tenia en su apartamento. Cogio un montón de libros, de distinto tamaño pero todos trataban del mismo tema. ''Criaturas sobrenaturales''. Algunos eran relatos ficticios y otros eran enciclopedias de gente a la que tacharon de particularmente fantasiosa. Dejo ese montón de libros en el escritorio, no antes de tirar todo papel que tenia por encima al suelo. Aunque el se organizaba bien cuando se trataba de papeles y documentos, pareció que le había poseído un espíritu de énfasis y entusiasmo impropio de él. Saco su portátil de la mochila y mientras este se encendía, Axel revisaba uno a uno cada libro escogido. Buscando la palabra clave. Busco en internet cosas sobre criaturas que se creen imaginarias, animales mitológicos y otros seres que, para una mente científica y razonable, son completamente imposibles. Encontró lo que buscaba en un libro que cogió de una biblioteca y nunca devolvió.

- ''Demonios'' -Leyó en voz alta y comienzo a leer ese capitulo de aquel libro que ni se molesto en mirar como se titulaba.

Leyó y releyó aquello. Busco mas y mas información sobre esos infernales seres y encontró la palabra clave: ''Azufre''. Pero no le basto con eso. Paso días investigando sobre aquellos seres que, salvo en los libros satánicos, ponían de la mayor escoria de la existencia. Él personal mente no creía en un Dios. No creía en un bien todo poderoso. Sin embargo si creía en el Mal, en la oscuridad. En el Infierno y en el mismo Diablo. En su vida solo había conocido el mal y sufrimiento, y el Infierno parecía el lugar de donde nacía todo eso. Era normal que solo creyese en aquello, no habiendo vivido nada más que eso. Tres días pasaron y tanto durante su tiempo libre como durante las clases, seguía leyendo y releyendo cada dato e información que tenia sobre ellos, sobre los Demonios, con cada vez mayor interés. Hasta que encontró algo que despertó su inquietud aun más.

- ¡Se les puede invocar! -Grito al conseguir aquellos datos, sin darse cuenta que estaba en mitad de la clase, y desde la ultima fila, su voz resonó por todo él aula. Y todos, alumnos y el mismo profesor se quedaron mirándole. Era la primera vez que hablaba durante una clase, muchos incluso llegaron a pensar que Axel era completa mente mudo.

Y aunque aquello en otro momento le hubiese importado, recogió sus cosas y salio del aula a toda prisa, de vuelta nuevamente a su apartamento. Había al fin encontrado algo que realmente despertaba su interés.

miércoles, 2 de abril de 2014

Crowley y Dean {De caza con un demonio} Part 2

Dean y Crowley quedaron la mañana siguiente en el mismo bar en el que se encontraron la noche anterior. El Alba empezó a iluminar la carretera haciendo que aquella luz se reflejara en la carrocería del viejo Impala, haciendo que reluciera como si acabara de salir del confesionario. Crowley y Dean habían quedado antes de que saliera el sol, y Dean iba con retraso.

Dean conducía sin prisa alguna, aun se preguntaba como era posible que hubiese aceptado tal proposición del  demonio. Le había otorgado toda la culpa al exceso de alcohol que la noche anterior llevaba. Pero aun por las cantidades de alcohol ingerido la noche anterior. A esas horas de la mañana, Dean estaba como un rosa. Ni dolor de cabeza, ni la resaca propia. Nada. Así que acepto aquello con uso completo de sus facultades mentales.  ¿Qué le habría hecho aceptar la compañía del demonio?
Crowley llevaba ya largo rato esperando la aparición de Dean. Al contrario que Dean, Crowley llego puntual. Dado que él era el que tenia los datos y la información sobre el caso que supuestamente iban a hacer juntos. Cuando al fin el Impala apareció ante los ojos de Crowley, este estaba sentado en unos escalones y resoplaba pesadamente y aburrido. Pero cuando vio el Impala conducido por Dean, se levanto de donde estaba sentado y irguió la cabeza con el orgullo típico que emanaba este demonio. Abrió la puerta del Impala y se sentó junto a Dean. Molesto por la tardanza. Una vez dentro volvió a bufar y le miro de reojo.

- Llegas tarde -Dijo Crowley molesto, llevaba allí casi una hora- Parecía un maldito vagabundo, ahí tirado esperándote.

- Tranquila Reina, estaba preparando el equipaje -Le respondió Dean, burlándose de él mientras ponía de nuevo en marcha el motor del Impala. Había cogido algunas armas básicas a la hora de cazar.

- Perdone Usted, Rapunzel, ¿Pero los hombres de Letras no os enseñaron que existen los relojes? -Le respondió con la misma burla, pero con ese toque tan particular de Crowley.

- Crowley cierra la maldita boca, ni siquiera se porque he aceptado hacer esto contigo, así que durante lo que queda de viaje mantén tu boca cerrada -Le contesto borde y arto de su habladuría.

- Bien, Bien, como quieras -Desvió la mirada hacia la ventanilla del coche, y se mantuvo callado. Durante unos largos minutos solo se escucho el Rock de los 60 que salía de la radio del propio coche. Hasta que Dean decidió romper ese silencio entre ambos.

- Esto... Crowley... -Bajo la música pero sin siquiera desviar su vista de la carretera. Aunque Crowley si le miro a él- ...¿Donde decías que teníamos que ir?

- Oh... Así que ahora quieres que hable -Crowley sonrió de forma triunfante- Podría habernos echo aparecer allí y ahorrarnos este viaje en esta carraca.

- No me gustan esos truquitos demoniacos vuestros, prefiero mi nena. Ahora ¿Dónde tenemos que ir? -Dean frunció el ceño, cada vez sus ganas de tirar a Crowley en marcha aumentaban.

- No esta lejos de aquí. Es un pueblo del Estado. A la derecha en el próximo cruce de caminos y simplemente sigue las señales ¿Sabrás hacer eso, verdad? -Volvió la sonrisa burlona y sarcástica que parecía iluminar siempre el rostro de Crowley cuando trataba con Dean.

Dean odiaba seguir las ordenes de alguien como él, y aunque aquello no eran ordenes si no meras indicaciones para llegar al destino indicado, lo odiaba. Preferiría tener a su lado a su hermano menos, pero este aun seguía en Nevada. No había sabido nada de él desde antes de acostarse, cuando Dean tuvo que llamarlo para confirmar que aun estaba vivo.

- ¿Tardaremos mucho en llegar? -Comento Dean medio gruñendo, ya llevaban un rato los dos metidos en el coche, solos. Eso le ponía de los nervios porque el demonio no hacia mas que soltar ofensivos comentarios y odiosos sarcasmos.

- Si, aun queda. -Fue lo único que dijo mientras curioseaba las cosas del Impala, comprobaba que todas las cintas que había allí eran de antiguo Rock. 

- Estate quiero ¿Quieres? Pareces un niño. -Crowley le dedico una irónica sonrisa a Dean por aquel comentaría, aunque estaba en lo cierto.

- No se como consigue andar dos kilómetros esta carraca -Comento Crowley, sin saber que aquel comentario enfurecería a Dean, quien tuvo que morder su propia lengua para callar otro comentario que solo daría mas cuerda al demonio.

- Esta ''Carraca'' como tu la llamas a viajado por casi todas las carreteras de América, así que tenle un poco de respeto. -Salto Dean al escuchar aquello de ''Carraca'' de nuevo. Cambio el caset que había puesto ya en la radio del coche.

- Ya, Ya... -Crowley no atendió las palabras de Dean- ¿No tienes mejor música? Que es esto... tenéis una música exclusiva de los cazadores. -Se burlo, cansado él también de durante todo el camino el mismo tipo de música.

- Mi coche, Mi música -Aumento el volumen con la única intención de molestar a Crowley y dejar de oír sus quejas. A lo que Crowley se tapo uno de los oídos con gesto de desagrado.

Crowley tuvo la genial idea de encender el aire acondicionado, haciendo que aquellas piezas de lego que de pequeños los hermanos incrustaron en la ventilación hicieran sonar un repiqueteo. A lo que Crowley soltó una carcajada y Dean se apresuro a apagar aquel aparato. Todo lo que vino después fue una discusión en la que Crowley solo criticaba el aspecto de ese viejo coche que era el Impala y Dean defendía a ''su baby'' como él llamaba al Impala. Más de una vez Dean se planteo el parar el coche y dejarlo ahí tirado en mitad de la carretera. Le resultaba insoportable todos los comentarios del demonio. Pero no lo hizo, no, por extrañas razones continuo conversando con Crowley.
Ciertamente ahora debían ser un equipo, están juntos en esto. Crowley tenia la espada y Dean la marca de Caín. Juntos, la espada y la marca, matarían al ultimo de los caballeros de Lucifer. Y ese es el objetivo principal y el motivo inicial por lo que estos dos están ahora juntos en la carretera. Pero... ¿Confían el uno en el otro? Esa pregunta es ahora la incógnita principal. Pero la respuesta es fácil. No.

Llegaron a aquel pueblo horas mas tarde.

El Orgullo es algo más que palabras

Cuando te paras a pensar detenidamente y te planteas cosas que hasta el momento no te habías planteado. Eso te hace reflexionar. Y en mi caso, ese momento de irreflexión fue provocado por cuatro palabras que leí. Mientras roleaba le dijeron a mi personaje esas palabras. ''Estoy orgulloso de ti''. ¿Como me pudieron afectar tanto solo esas palabras? Leídas en la pantalla del ordenador a altas horas de la noche. No puedo explicar lo que me paso en ese momento. No se que se trastoco mi cabeza... o mejor dicho mis sentimientos. Me costara mucho admitir esto, pero... llegue a llorar... solo por eso. Yo no soy de llorar.. en realidad pocas veces nadie me ha visto llorar y menos de esa manera tan sentimental. Al principio no lo comprendi, y fue cuando me tuve que para a pensar. Pensaba en el porque, rememoraba si aquello fuera por algo de mi pasado o algo por el estilo. Y al final lo encontré en el lugar menos esperado, en mis sueños. Y lo vi claro. Aquello me afecto tanto porque yo nunca escuche esas palabras. No al menos de quien yo quería... y quiero escucharlas. Para aquel que... nunca a visto mis puntos fuertes y solo mis errores. Para el que solo estaría feliz si fuera perfecto. Si tuviera las mejores notas, fuera el mejor estudiante, hiciera todo lo que él quiere. Pero yo no soy así, y aun así busco oírle decir eso. ''Estoy orgulloso de ti, hijo''. ¿Tanto costaría decir esas palabras?. Puede que no sea el mejor estudiante, que le lleve siempre la contraria sobre todo cuando se equivoca... pero tengo cosas buenas.

Él es el tipo de... padre que cuando su hijo le lleva las notas, muy contento porque ha sacado dos 9 y cuatro sietes y solo a suspendido dos que piensa recuperar, no se fija en las buenas notas si no en esos fallos. En un 4 en una asignatura, en que has llegado tarde tres días... Y que aunque saques la mejor nota de la clase te va a pedir mas.

Todos... sin excepción. Queremos saber que nuestra familia esta orgullosa de nosotros... Eso nos hace emocional mente estables... en mi caso... nunca he escuchado eso. Puede que otra gente... como mis amigos de mis amados roles si estén orgullosos de mi. Que me animen para que continué escribiendo y siendo como soy. Y eso me hace feliz, pero... no es lo mismo con... el deseo o necesidad de escuchar eso de una persona concreta.

Todos merecemos que estén orgullosos de nosotros. Que nos animen a continuar.

martes, 1 de abril de 2014

Crowley y Dean {De caza con un demonio} Part 1

Dean llevaba unos días trabajando, con aquello en el brazo solo podía centrarse en acabar con Abaddon y acabar con todo. Mataría a Abaddon con la espada que por el momento permanecida en manos de Crowley y la necesitaba. Acabaría con Abaddon, luego con Crowley y con el resto del Infierno. El centro de sus problemas recaía en esa marca. Marca que le daba Ira suficiente como para, junto con la espada, doblegar a cualquiera que se interpusiera en su camino. Pero por ahora lo único que se le interponía a Dean en el camino era una botella de Whisky. Ya iba por la segunda botella, sin hacerle efecto al parecer a penas. Decidió dejar todo ese montón de papeles sobre los Hombres de Letras tirados. Mientras su hermano se había ido a resolver un caso, otra vez, por su cuenta. Cogio su viejo Impala y condujo algunos kilómetros hasta llegar a un local que parecía decente. Entro y por primera vez en... nunca... no se fijo en la hermosa camarera de pechos sugerentes que le hacia ojitos en la barra. Pidió una cerveza y se quedo en la mesa junto a la gran cristalera que había. Habrían pasado varias cervezas por su mesa cuando echo la cabeza hacia atrás, mirando al techo.

- Hello Boy ¿Me echaste de menos? -Suena una voz peculiar mente familiar, armónica, algo ronca. Pero familiar mente excitante-

Dean enseguida dirigió la mirada hacia donde había aparecido la voz, y vio de donde provenía esa voz. Conocida y odiada al mismo tiempo. Frente a él ahora estaba Crowley, el Rey del Infierno y actualmente poseedor de la Primera espada. Lucia, como siempre, un elegante traje negro y parecía que su aspecto había mejorado la ultima vez que se encontraron. Se había lavado y afeitado hace unos días, porque aun se podía apreciar un poco de barba en su rostro.

- ¿Que quieres, Crowley? -Medio gruñió Dean, pareciendo mas un perro que un Cazador.-

- Dímelo tu, recibo una llamada tuya de hace 5 minutos y me cuelgas. Aparezco aquí y estas medio borracho. ¿Que pasa contigo, Dean? -Pese a lo sarcástico y burlón que podía llegar a ser, aquella vez no tenia nada que ver con eso-

- ... -Tenia el móvil en la mano, bajo la mesa. Hacia relativamente poco que había hecho una llamada. Y por razones que él desconocía, el numero que había marcado fue el de Crowley- Solo... -Comenzó, guardando el móvil en el bolsillo de su desgastada chaqueta. Antes de ser interrumpido por Crowley-

- Me vas a decir que ''Accidentalmente'' Las llaves que llevabas junto al móvil se compincharon para marcar mi numero y esperar tres tonos y luego colgar. Por favor.. Dean... Ambos sabemos que puedes inventarte algo mejor -Se burlo de él, mientras Dean hacia señas al camarero- Eh? Ahora estamos juntos en esto, puedes confiar...

- Confiar en ti. -Dean rie al escuchar aquello, le hacia gracia esa idea. ¿Él confiando en un demonio? Sonaba a mal chiste-

- Si, Dean, confiar en mi. Confiar en que puedo ayudarte. Y tú me ayudaras a mi. -La voz de Crowley paso de burlona a completamente seria-

- Oh, por favor, Crowley. Deja esos sentimentalismos.. no te pegan para nada -Dean dio otro trago a su cerveza cuando el camarero le trajo otra- ¿En que podrías ayudarme?

- Puedo darte algo para hacer, un entretenimiento.. o .. ¿Cómo lo llaman los cazadores? Un caso.

- Un caso, he rechazado varios casos con Sammy. ¿Por qué aceptaría uno tuyo?

- Porque... tal vez nos lleve al paradero de Abaddon... Eh? Eso te interesa verdad -Se dibujo una sonrisa en el rostro de Crowley, al ver la misma cara de Dean. Que había cambiado de antipática a expectante-

- De acuerdo... Llamare a Sammy -Saco el teléfono y fue a la marcación rápida donde estaba el teléfono de Sam cuando Crowley lo detuvo cogiéndole del brazo- ¿Qué estas haciendo?

- Y si... Por un suponer, vamos tu y yo... solos... Vamos, somos un equipo nos guste o no...

Aquello dejo sin palabras a Dean. ¿Crowley y él? Trabajando, juntos. En un caso... era inhóspito. Inimaginable. Pero... aun asi acepto. De todos modos su hermano estaba ocupado en otro caso en Nevada. Y no creo que diera tiempo a llegar a donde quisiera que estuviese ese caso que a Crowley tanto le interesaba. Pero... ¿Se puede confiar en un demonio? Esa es la gran pregunta que se hacia Dean ''¿Puedo confiar en él?''. Por que después de todo... que la caza, que seria un demonio, se convierta en cazador. Es realmente lo ultimo que uno se puede imaginar. Salieron ambos, a la mañana siguiente. Pero Dean siempre vigilaba a Crowley. No le perdia ojo de encima, aun no confiaba en él.




PD: Esto esta hecho para un cabrón encantador. Erick, aquí tienes tu Fic. Pero Continuara~