Miguel estaba dispuesto y listo. Y también esperaba que él lo estuviera. Ya era lo suficientemente ''adulto'' como para dejar de aprender teoría y pasar a la practica. El joven ángel Castiel cogió por primera vez un arma. Una espada celestial. La empuñaba torpemente y parecía que en cualquier momento se le fuera a resbalar de las manos. Disponían de dos espectadores. Gabriel con una bolsa de dulces observaba tumbado relajadamente la escena. Parecía mas bien que lo obligaban a estar presente durante el entrenamiento de Castiel. Y allí también estaba Lucifer (Mucho antes de su caída). Que parecía no estar interesado en aquello. ¿Rafael? Como siempre, Rafael prefería estar aparte en ese tipo de cosas. Le parecían poco útiles.
- Bueno, que, empieza esto o vais a seguir mirándoos como dos lelos. -Comento Lucifer de su forma divertida y burlona. Pero esta vez no recibió la atención que pretendía de su hermano mayor.-
- Castiel -Miguel ignoro completamente a Lucifer, centrándose solo en Castiel, el cual estaba tan callado como nervioso.- Debes coger con firmeza y seguridad la espada. Si no será fácil que se te caiga. -Empezó en tono explicativo, ejerciendo de profesor.-
- Já, le regalare a Cassie todos mis dulces si logra desarmar a Mickey. -Comento Gabriel en parte con broma, pero alguien no lo vio igual.-
- De acuerdo, yo apuesto dos alces con alas por Miguel. -Dijo Lucifer con tono de reto a su hermano menor.- Bien, hechas las apuestas, comenzad. -Una picara sonrisa se ilumino en el rostro de Luzbel, mientras Gabriel parecía desconcertado.-
- Eh, canijo, como no ganes te meteré en una bañera de gelatina -Le susurra Gabriel a Castiel, a modo de ... ¿Amenaza? o tal vez pretendía animarle, nunca se sabe viniendo de Gabriel.-
Aquellas apuestas solo hacían que el Pequeño Castiel, tan inexperto como era, se pusiera aun mas nervioso. Puesto que a quien se enfrentaba era a su hermano mayor, a Miguel. Que ya de por si imponía respeto con el mero sonido de su voz. Se escucho a Castiel un ''S-Si'' tímido y algo agudo. Y en poco, Castiel empuño su espada, la cual solo había manejado un par de veces a modo de juego. Nunca había luchado cuerpo a cuerpo. Se dirigió con toda la rapidez de que disponía hacia Miguel, el objetivo era desarmarle ¿Cómo podía ser tan difícil? Pero obviamente no seria tan fácil. Miguel lo esquivo con facilidad y Castiel cayo al suelo. Se oyó la risa victoriosa de Luzbel y un gruñido frustrado de Gabriel.
- Vamos, Castiel. ¿Es lo único que puedes hacer? -Miguel agarro a Castiel y lo puso en pie de nuevo.- Inténtalo de nuevo. -Se alejo un poco, y entonces se hizo un gran silencio.-
Entonces Castiel miraba a Gabriel y a Lucifer, y luego volvió a mirar a Miguel. Ladeando la cabeza a modo de gato. ''Es imposible'' Se dijo a si mismo. Luego apareció de la nada Rafael, con uno de sus libros en enoquiano, miro la escena con desinterés. Pero extrañamente se sentó junto a sus otros hermanos. Y al verlo, Castiel tuvo una pequeña idea.
- B-Bien... -Tartamudeo, pues aun no las tenia todas con él. Castiel desapareció frente a los ojos de todos. Miguel miraba de un lado a otro. Ni siquiera se molesto en ponerse en guardia. El pequeño Castiel apareció tras de Miguel, con la espada cogida con fuerza pero no la uso. Hizo que su hermano cayera al suelo, con ello la mano de Miguel se relajo y Castiel con un golpe le pudo desarmar.- ...Y-Ya...
Todos los ahí presentes miraron la escena realmente impresionados. Gabriel estaba completamente boquiabierto, se podía ver los cinco caramelos que antes se había metido a la vez en la boca. Luzbel parecía haberse quedado sin aliento al ver derrotado a su hermano mayor por ese pequeño de Castiel. Y Rafael simplemente no daba crédito. Después de ese silencio todos, incluso Rafael, dieron la enhorabuena a Castiel, cada una con su propia y atípica manera. Mientras Miguel se levantaba poco a poco y veía como el pequeño Castiel parecía entre ilusionado y avergonzado. Miguel dibuja una pequeña sonrisa, cuando nadie le miraba. ''Sera un buen soldado, solo necesita un poco de motivación'' Pensó Miguel sin borrar su leve sonrisa.
Miguel había dejado que el inexperto Castiel ganara esta vez, pero obviamente no seria tan blando la próxima vez. Necesitaba coger un poco de confianza en si mismo.
jueves, 22 de mayo de 2014
jueves, 8 de mayo de 2014
Demos un Paseo {Crowstiel} Part 2
Crowley había decidido aprovechar que Castiel no se había ido esta vez. Eso hizo que se dibujara, en el rostro de Crowley, una tonta sonrisa que rápidamente se encargo de ocultar. Tras una taza de café y una buena ducha. Y, claro esta, vestirse. Se volvió a Castiel, pensaba llevarlo a un lugar que sabia con seguridad que le gustaría. Pero Castiel parecía mostrarse tan parado y confuso como de costumbre. Era una mañana brillante y que se iba haciendo mas cálida al paso de las horas. El cielo completamente despejado, dejaba ver su a los pájaros surcando el limpio cielo. En el jardín de Crowley, había a los lados del camino que llevaba a la verja de salida, una amplia parcela de césped en el que se podían incluso ver algunas pequeñas flores. Y la frescura del olor que de esa hierba recién cortada salía, llenaba los alrededores de la nada humilde casa de Crowley. Pero Castiel seguía preguntándole a donde iban a ir. Pero Crowley se negaba a decírselo. Lo que quería es que fuese una sorpresa. Quería ver su cara al contemplar el lugar cuando llegaran. ¿Porque? No lo sabia. Su relación con Castiel había sido muy rara y empeoraba con el tiempo. Pero sin embargo le gustaba. Si. Le gustaba verle sonreír y quería provocar esa sonrisa. Y eso le hacia sentir bien. Castiel le siguió cuando bajo las escaleras y llego hasta la puerta de salida. Pero siempre con el rostro fruncido y las manos en los bolsillos de la gabardina.
- Vamos... -Repitió una vez mas Crowley, buscando en los cajones de la entrada en busca de algo especifico.
- ¿Qué buscas, Crowley? -Le pregunto Castiel con su, ya típico, gesto curioso y confuso. Sus grandes y azules ojos no se despegaban del demonio.
- Las llaves del coche.. -Respondió sin para de buscar hasta que las encontró. Aunque en realidad no eran unas llaves, propiamente dichas. Se parecía mas al mando a distancia de la puerta de un garaje. No había llaves que colgaran de ello y eso hacia que la confusión de Castiel aumentara. Eran las llaves del Aston Martin de Crowley. Uno de sus objetos mas preciados.
- ¿Dónde están las llaves? -Pregunto aun con el gesto confuso. Pues decía llaves, pero no las veía.- Podría llevarnos volando si me dijeras donde vamos...
- Estas son las llaves. Es una tecnología humana avanzada, Castiel. Y no. No te voy a decir don vamos, tienes que verlo. -Crowley agarro con fuerza las.. ''llaves'' del coche y se dirigió al garaje por un camino secundario de su jardín. Castiel tan solo lo seguía. Sin borrar su gesto.
Llegaron frente al reluciente coche de Crowley. Brillaba como si acabara de salir del confesionario. Un negro brillante en el que podías, incluso, verte reflejado. Crowley cuidaba mucho de ese coche. Castiel de forma curiosa quiso tocar el capo de aquel brillante coche. Crowley, rápidamente, cogió su mano impidiéndoselo.
- Ey, cuidado con mi coche... -Dijo Crowley con la misma rapidez. A lo que Castiel miro como le cogía la mano y luego miro directamente a los pardos ojos de Crowley. Le estaba cogiendo de la mano... ¿Por qué se ponía nervioso por ello?
- S-Si... -Tartamudeo algo tímido y Crowley soltó su mano.
- Vale... Entra... -Pulso un botón de lo que eran las llaves y con un parpadeo de los faros del coche, las puertas se abrieron. Crowley entro en el coche, sentándose en el asiento del piloto. Y Castiel, por la costumbre, fue a sentarse en la parte trasera.- ¿Qué haces?
- ¿Que? -Ya estaba a punto de entrar en el coche, cuando aquella pregunta lo paro en seco- Entrar... ¿no?
- Ya.. eso ya lo se. ¿No quieres ponerte a mi lado? -Le miro por encima del techo del coche.
- ¿Yo?... Delante... -Cuando se montaba en el Impala, nunca podía hacerlo delante. En el asiento del copiloto. Ese era el sitio de Sam.- ¿Puedo? -Sintió la necesidad de preguntar, mirándolo de forma algo incrédula.
- Tú no, el vecino de al lado. -Dice burlón.- Claro, venga... -Le contesto rápidamente y se sentó finalmente dentro del coche. Metiendo la ''llave'' en su respectivo lugar. Castiel no tardo en sentarse a su lado. Cerrando con cuidado la puerta para que no volviera a llamarle la atención.
Una vez dentro Castiel lo miro todo con curiosidad, siendo este un sitio que nunca había visto. Y no era como el interior del Impala al que estaba más acostumbrado. El olor era un tanto peculiar. Parecía tan bien cuidado por dentro como por fuera. Crowley arranco el coche. Y salio de los terrenos que formaban su casa. Durante un rato condujo en completo silencio. De vez en cuando su mirada se desviaba a un confuso Castiel que miraba la ventanilla que había a su lado y también al frente, a la carretera. Intentando identificar hacia donde se dirigían sin éxito alguno. Y tras un rato el silencio se rompió.
- ¿A donde nos dirigimos? -Finalmente le pregunto Castiel. Mirándole con su ya conocido gesto interrogante.
- Pues... -Crowley le miro de reojo, sabia que esa pregunta se iba a repetir durante todo el trayecto.- A un parque...
- ¿A un parque? -Pregunto nuevamente Castiel, pues un parque era una de las cosas mas normales de la Tierra. Él mismo había estado en ellos y le agradaban esos lugares.
- Si... Bueno es algo así. No es exactamente un parque propiamente dicho. Pero es... como uno mas grande... y... -Crowley buscabas las palabras adecuadas para explicarle aquello.- Es más una reserva natural. Un amplio y limpio lugar donde puedes ver a los animales en su forma salvaje sin que estén enjaulados. Fauna, flora y esas cosas que te gustan. ¿No?
- Oh... -Simplemente asintió, era verdad que le gustaba ver esa parte natural de la Tierra y que hasta el momento no había tenido tiempo de disfrutar. Aunque le costaba entender porque el demonio se interesaba tanto por él. Y por lo que le gustaba.
- Se me ocurrió porque... te quedaste en vez de irte y pensé que tal vez querrías pasar algo de tiempo... pues eso... conmigo... -Soltó Crowley en una voz suave y baja que casi llegaba a rozar la timidez.
- No me fui porque... creí que te gustaría ver a alguien al despertarte... que no fueran esos perros tuyos... -Confeso Castiel, desviando directamente la mirada hacia la cinta del cinturón que le sujetaba la cintura.
- La verdad es que esta bien no encontrar la casa completamente vacía. Mis perros me hacen compañía... pero después de todo son solo perros. Las únicas visitas que recibo son de trabajo o el cartero al que mis cachorros hacen salir corriendo... La mayor parte de mi tiempo la paso trabajando. -Confiesa y parece como si esas palabras, al decirlas en alto, dolieran un poco.
Con esas palabras Castiel sintió un poco de lastima por Crowley. Sus palabras parecían contrarias a su actitud y lo eran. Crowley siempre actuaba como si nada le importara ni afectaran. Como si la soledad formaba parte de él. Que no le importaba que su única compañía eran sus perros. Y Castiel no sabia como responder a aquello o si debía responder algo o quedarse en silencio.
- Bueno ya hemos llegado. -Volvió a hablar Crowley mientras deceleraba y paraba por completo el coche. Se quito el cinturón y bajo del coche. Esperando que Castiel hiciera lo mismo.
Las vistas ahora eran completamente verdes, un fresco aroma llego hasta ellos junto que el sonido de algún que otro animal volando por el despejado y limpio cielo. Podía notarse el cambio en el aire. Más limpio y fresco. El sol brillaba con su total resplandor. Y sus cálidos rayos se reflejaban en las hojas de los arboles haciendo que algunas de estas resplandecieran. Una suave brisa soplaba y hacia que se produjera un dulce sonido al pasar entre las ramas de los altos arboles que allí había. Pero esto solo es la primera vista. Antes siquiera de entrar dentro de ese limpio paraje natural.
Castiel tardo un rato en salir del coche, siendo incapaz de quitarse el cinturón, con el cual forcejeo antes de conseguir finalmente deshacerse de el y poder salir del coche y contemplar lo que contemplaba Crowley. Dibujando una pequeña sonrisa en sus labios.
- Es precioso. -Comento Castiel sin casi darse cuenta.
- Si, pues espera a estar dentro. -Contesto Crowley, girándose un poco, viendo la sonrisa de Castiel, sonriendo él también.- Entonces... ¿Vamos? -Crowley espero a que Castiel se pusiera a su altura.
- Si. -Castiel se puso junto a Crowley y espero a que este comenzara a andar. Pensando que él le guiaría por aquel lugar. Pues Castiel no lo conocía y tampoco tenia demasiada experiencia guiándose entre arboles. Era difícil orientarse en un lugar así. Crowley, por el contrario, se orientaba con la mayor precisión. Pues en su vida humana había vivido entre arboles, en los bosques y le gustaba aquellos lugares aun con su nueva demoniaca forma.
{Continuara.~ }
- Vamos... -Repitió una vez mas Crowley, buscando en los cajones de la entrada en busca de algo especifico.
- ¿Qué buscas, Crowley? -Le pregunto Castiel con su, ya típico, gesto curioso y confuso. Sus grandes y azules ojos no se despegaban del demonio.
- Las llaves del coche.. -Respondió sin para de buscar hasta que las encontró. Aunque en realidad no eran unas llaves, propiamente dichas. Se parecía mas al mando a distancia de la puerta de un garaje. No había llaves que colgaran de ello y eso hacia que la confusión de Castiel aumentara. Eran las llaves del Aston Martin de Crowley. Uno de sus objetos mas preciados.
- ¿Dónde están las llaves? -Pregunto aun con el gesto confuso. Pues decía llaves, pero no las veía.- Podría llevarnos volando si me dijeras donde vamos...
- Estas son las llaves. Es una tecnología humana avanzada, Castiel. Y no. No te voy a decir don vamos, tienes que verlo. -Crowley agarro con fuerza las.. ''llaves'' del coche y se dirigió al garaje por un camino secundario de su jardín. Castiel tan solo lo seguía. Sin borrar su gesto.
Llegaron frente al reluciente coche de Crowley. Brillaba como si acabara de salir del confesionario. Un negro brillante en el que podías, incluso, verte reflejado. Crowley cuidaba mucho de ese coche. Castiel de forma curiosa quiso tocar el capo de aquel brillante coche. Crowley, rápidamente, cogió su mano impidiéndoselo.
- Ey, cuidado con mi coche... -Dijo Crowley con la misma rapidez. A lo que Castiel miro como le cogía la mano y luego miro directamente a los pardos ojos de Crowley. Le estaba cogiendo de la mano... ¿Por qué se ponía nervioso por ello?
- S-Si... -Tartamudeo algo tímido y Crowley soltó su mano.
- Vale... Entra... -Pulso un botón de lo que eran las llaves y con un parpadeo de los faros del coche, las puertas se abrieron. Crowley entro en el coche, sentándose en el asiento del piloto. Y Castiel, por la costumbre, fue a sentarse en la parte trasera.- ¿Qué haces?
- ¿Que? -Ya estaba a punto de entrar en el coche, cuando aquella pregunta lo paro en seco- Entrar... ¿no?
- Ya.. eso ya lo se. ¿No quieres ponerte a mi lado? -Le miro por encima del techo del coche.
- ¿Yo?... Delante... -Cuando se montaba en el Impala, nunca podía hacerlo delante. En el asiento del copiloto. Ese era el sitio de Sam.- ¿Puedo? -Sintió la necesidad de preguntar, mirándolo de forma algo incrédula.
- Tú no, el vecino de al lado. -Dice burlón.- Claro, venga... -Le contesto rápidamente y se sentó finalmente dentro del coche. Metiendo la ''llave'' en su respectivo lugar. Castiel no tardo en sentarse a su lado. Cerrando con cuidado la puerta para que no volviera a llamarle la atención.
Una vez dentro Castiel lo miro todo con curiosidad, siendo este un sitio que nunca había visto. Y no era como el interior del Impala al que estaba más acostumbrado. El olor era un tanto peculiar. Parecía tan bien cuidado por dentro como por fuera. Crowley arranco el coche. Y salio de los terrenos que formaban su casa. Durante un rato condujo en completo silencio. De vez en cuando su mirada se desviaba a un confuso Castiel que miraba la ventanilla que había a su lado y también al frente, a la carretera. Intentando identificar hacia donde se dirigían sin éxito alguno. Y tras un rato el silencio se rompió.
- ¿A donde nos dirigimos? -Finalmente le pregunto Castiel. Mirándole con su ya conocido gesto interrogante.
- Pues... -Crowley le miro de reojo, sabia que esa pregunta se iba a repetir durante todo el trayecto.- A un parque...
- ¿A un parque? -Pregunto nuevamente Castiel, pues un parque era una de las cosas mas normales de la Tierra. Él mismo había estado en ellos y le agradaban esos lugares.
- Si... Bueno es algo así. No es exactamente un parque propiamente dicho. Pero es... como uno mas grande... y... -Crowley buscabas las palabras adecuadas para explicarle aquello.- Es más una reserva natural. Un amplio y limpio lugar donde puedes ver a los animales en su forma salvaje sin que estén enjaulados. Fauna, flora y esas cosas que te gustan. ¿No?
- Oh... -Simplemente asintió, era verdad que le gustaba ver esa parte natural de la Tierra y que hasta el momento no había tenido tiempo de disfrutar. Aunque le costaba entender porque el demonio se interesaba tanto por él. Y por lo que le gustaba.
- Se me ocurrió porque... te quedaste en vez de irte y pensé que tal vez querrías pasar algo de tiempo... pues eso... conmigo... -Soltó Crowley en una voz suave y baja que casi llegaba a rozar la timidez.
- No me fui porque... creí que te gustaría ver a alguien al despertarte... que no fueran esos perros tuyos... -Confeso Castiel, desviando directamente la mirada hacia la cinta del cinturón que le sujetaba la cintura.
- La verdad es que esta bien no encontrar la casa completamente vacía. Mis perros me hacen compañía... pero después de todo son solo perros. Las únicas visitas que recibo son de trabajo o el cartero al que mis cachorros hacen salir corriendo... La mayor parte de mi tiempo la paso trabajando. -Confiesa y parece como si esas palabras, al decirlas en alto, dolieran un poco.
Con esas palabras Castiel sintió un poco de lastima por Crowley. Sus palabras parecían contrarias a su actitud y lo eran. Crowley siempre actuaba como si nada le importara ni afectaran. Como si la soledad formaba parte de él. Que no le importaba que su única compañía eran sus perros. Y Castiel no sabia como responder a aquello o si debía responder algo o quedarse en silencio.
- Bueno ya hemos llegado. -Volvió a hablar Crowley mientras deceleraba y paraba por completo el coche. Se quito el cinturón y bajo del coche. Esperando que Castiel hiciera lo mismo.
Castiel tardo un rato en salir del coche, siendo incapaz de quitarse el cinturón, con el cual forcejeo antes de conseguir finalmente deshacerse de el y poder salir del coche y contemplar lo que contemplaba Crowley. Dibujando una pequeña sonrisa en sus labios.
- Es precioso. -Comento Castiel sin casi darse cuenta.
- Si, pues espera a estar dentro. -Contesto Crowley, girándose un poco, viendo la sonrisa de Castiel, sonriendo él también.- Entonces... ¿Vamos? -Crowley espero a que Castiel se pusiera a su altura.
- Si. -Castiel se puso junto a Crowley y espero a que este comenzara a andar. Pensando que él le guiaría por aquel lugar. Pues Castiel no lo conocía y tampoco tenia demasiada experiencia guiándose entre arboles. Era difícil orientarse en un lugar así. Crowley, por el contrario, se orientaba con la mayor precisión. Pues en su vida humana había vivido entre arboles, en los bosques y le gustaba aquellos lugares aun con su nueva demoniaca forma.
{Continuara.~ }
Rezo por tu perdón. {Crowstiel}
[Esto es mas que nada el comienzo de uno de los Roles Twitter de Crowstiel. Simplemente deseaba guardarlo aquí]
Castiel... -Intenta rezarle de nuevo a Castiel, una ultima vez- Castiel. Si me escuchas, que creo que no te queda otro remedio quiero que.. eso... que me escuches. Vale. Bien. Siempre es complicado empezar a decir estas cosas. Tal vez me resulte menos complicado si no estas enfrente. -Hace una pequeña pausa, cerrando los ojos y colocando sus puño cerrado en la frente, apoyando así la cabeza- Quiero saber, necesito saber si... vas a perdonar a este estúpido. Que creyó decidir bien. Quiero saber si he sido tan estúpido de dejar ir.. o mas bien de alejarme de alguien que, aun viendo mi verdadero rostro y lo que soy realmente, me quiere. Porque estas semanas sin ti han sido peor que las peores torturas que llegue a pasar en el infierno. Te quiero. Y por muchas tonterías que haga, eso no cambiara. Solo sabes una pequeña parte de lo que he pasado en mi primera vida y tenia pensado contártelo todo... Para que fueras el único que lo supiera todo de mi. Presente y pasado. Supongo que eso ya no podrá ser. O si... dependerá de lo que t... Yo entenderé que me odies, no seria la primera vez que por mis absurdeces acabo perdiendo a alguien que realmente me importa. Es comprensible que alguien como yo... Soy un estúpido que todo lo que ama lo a perdido a lo largo de su vida... de ambas vida. Nunca merecí perdón por nada de lo que he hecho. Y no merezco perdón por lo que te he hecho a ti. Ni mucho menos. Pero, necesito saberlo. Todo. Si me perdonas, si me odias... Si me quieres... {Si estas bien sin mi} Y... sobre todo... necesito verte... -No puede evitar levantar la vista, mirar tras la ventana. Aquel cielo azul. Era lo mas parecido a mirarle a los ojos que tenia ahora-
Castiel... -Intenta rezarle de nuevo a Castiel, una ultima vez- Castiel. Si me escuchas, que creo que no te queda otro remedio quiero que.. eso... que me escuches. Vale. Bien. Siempre es complicado empezar a decir estas cosas. Tal vez me resulte menos complicado si no estas enfrente. -Hace una pequeña pausa, cerrando los ojos y colocando sus puño cerrado en la frente, apoyando así la cabeza- Quiero saber, necesito saber si... vas a perdonar a este estúpido. Que creyó decidir bien. Quiero saber si he sido tan estúpido de dejar ir.. o mas bien de alejarme de alguien que, aun viendo mi verdadero rostro y lo que soy realmente, me quiere. Porque estas semanas sin ti han sido peor que las peores torturas que llegue a pasar en el infierno. Te quiero. Y por muchas tonterías que haga, eso no cambiara. Solo sabes una pequeña parte de lo que he pasado en mi primera vida y tenia pensado contártelo todo... Para que fueras el único que lo supiera todo de mi. Presente y pasado. Supongo que eso ya no podrá ser. O si... dependerá de lo que t... Yo entenderé que me odies, no seria la primera vez que por mis absurdeces acabo perdiendo a alguien que realmente me importa. Es comprensible que alguien como yo... Soy un estúpido que todo lo que ama lo a perdido a lo largo de su vida... de ambas vida. Nunca merecí perdón por nada de lo que he hecho. Y no merezco perdón por lo que te he hecho a ti. Ni mucho menos. Pero, necesito saberlo. Todo. Si me perdonas, si me odias... Si me quieres... {Si estas bien sin mi} Y... sobre todo... necesito verte... -No puede evitar levantar la vista, mirar tras la ventana. Aquel cielo azul. Era lo mas parecido a mirarle a los ojos que tenia ahora-
Mi sonrisa, es por él {Crowstiel}
Estoy cansado, cansado de todo y de nada a la vez. Mis ojos se cierran solos y una presión aparece y desaparece en mi pecho. Algo, claramente, molesto y más cuando desconozco el motivo por el que aparece. Siento que quiero, no, que necesito dormir y no despertarme. Me cuesta sonreír e incluso fingir que estoy medianamente bien. Pero ¿Qué me ocurre?. Ni yo lo se con exactitud. ¿La marca de Caín, tal vez? No. No porque aquella sensación, aquello que me ocurre, es de mucho antes de que eso se marcara en mi piel. Todos mis pesares parecen haberse convertido en una completa oscuridad. Que me envuelve por completo. Y de la que no me puedo deshacer.
Y llego a casa, tras haber estado largas horas rodeado de papeles e insufribles estúpidos y traidores. Realmente me enerva. Abro despacio la puerta principal, sin hacer casi el menor ruido. Esperando, como habitualmente, ser bienvenido por mis fieles cachorros. Sin embargo, nada más cerrar la puerta lo que oigo no son los ladridos de bienvenida de mi manada, si no la voz de Castiel. La dulce voz que, ya antes de volverme a mirar, me saca una sonrisa. Me giro para mirarle. Y entonces lo recuerdo, lo recuerdo cuando le miro a los ojos, cuando veo su sonrisa al mirarme. Recuerdo que he vuelto del infierno y tras traspasar las puertas de mi casa todo se desvanecía, todos mis pesares y problemas parecen no significar nada frente a lo que día a día me espera tras esas puertas. Porque tras ellas me espera su sonrisa, sus ojos, su voz... él. Con una sonrisa siempre me recibe y con otra igual de sincera le respondo yo.
Esa curva en sus labios que forma una sonrisa, una sonrisa que parece solo reflejarse en su rostro cuando a quien sonríe es a mi. O al menos eso espero. Sus ojos y como me mira con ellos, aquellos azules ojos como el mismo cielo que simplemente me hipnotizan, sin poder parar de mirarlos. Sus labios, labios ásperos y algo cortados pero que parecen ser mi talón de Aquiles, mi mayor pecado se encuentra en ellos, y en el recuerdo de besarle. Oh, sus besos, besarle, una de mis actividades favoritas. Ese dulce sabor al rozar sus labios, la cálida sensación y el deseo de no separarse nunca de ellos.
Sentir su calor es lo que me hace olvidarme de todo.
Y, al fin, lo recuerdo. Y, por fin, lo veo. Veo que mi verdadero Paraíso es junto a él. Que cuando estoy con él no existe ni Cielo ni Infierno. Solo él y yo.
Y llego a casa, tras haber estado largas horas rodeado de papeles e insufribles estúpidos y traidores. Realmente me enerva. Abro despacio la puerta principal, sin hacer casi el menor ruido. Esperando, como habitualmente, ser bienvenido por mis fieles cachorros. Sin embargo, nada más cerrar la puerta lo que oigo no son los ladridos de bienvenida de mi manada, si no la voz de Castiel. La dulce voz que, ya antes de volverme a mirar, me saca una sonrisa. Me giro para mirarle. Y entonces lo recuerdo, lo recuerdo cuando le miro a los ojos, cuando veo su sonrisa al mirarme. Recuerdo que he vuelto del infierno y tras traspasar las puertas de mi casa todo se desvanecía, todos mis pesares y problemas parecen no significar nada frente a lo que día a día me espera tras esas puertas. Porque tras ellas me espera su sonrisa, sus ojos, su voz... él. Con una sonrisa siempre me recibe y con otra igual de sincera le respondo yo.
Esa curva en sus labios que forma una sonrisa, una sonrisa que parece solo reflejarse en su rostro cuando a quien sonríe es a mi. O al menos eso espero. Sus ojos y como me mira con ellos, aquellos azules ojos como el mismo cielo que simplemente me hipnotizan, sin poder parar de mirarlos. Sus labios, labios ásperos y algo cortados pero que parecen ser mi talón de Aquiles, mi mayor pecado se encuentra en ellos, y en el recuerdo de besarle. Oh, sus besos, besarle, una de mis actividades favoritas. Ese dulce sabor al rozar sus labios, la cálida sensación y el deseo de no separarse nunca de ellos.
Sentir su calor es lo que me hace olvidarme de todo.
Y, al fin, lo recuerdo. Y, por fin, lo veo. Veo que mi verdadero Paraíso es junto a él. Que cuando estoy con él no existe ni Cielo ni Infierno. Solo él y yo.
martes, 6 de mayo de 2014
Sirius Black III en la Nada humilde casa de los Black
La noble casa de los Black. Noble para algunos, a mi me parece el lugar mas infame de todos. Aun cuando entro en ella y me recibe el repugnante cuadro de mi vieja madre gritándome ''¡Traidor, fuera, ensucias el nombre de los Black!'', sigo intentando deshacerme de ese cuadro pero ese conjuro de la vieja de mi madre no hay manera de desacerlo, a cuyas palabras no hago menos caso. No busque este apellido, es el que tengo. Y no me gusta utilizarlo.
Ahora era el lugar donde La Orden se reunía, amablemente les ofrecí esa casa. El viejo elfo, Kreacher, vagaba por la casa con sus juramentos en alto cada vez que me daba la vuelta. Seguía siendo un fugitivo, por desgracia. Y el director Dumblendore me pidió que no saliera del lugar, por mucho que quisiera, ni transformado en Hocicos. Mi única actividad era darle a Buckbeak ratas muertas para comer. También me quedaba de vez en cuando mirando el Tapiz de la Familia Black, aquel Tapiz que contenía el nombre de todos mis antepasados, sobre todo el trozo quemado en el que debería estar yo. O también dedicaba parte de mi tiempo para quitar alguna plaga que hubiera por la casa. Si, todo era muy aburrido. Pero me bastaba, me bastaba porque lo que hacia era esperar. ¿Esperar a que? Esperar a que al fin volviera a ver a mi ahijado. Y que cuando esto acabara, pudiéramos vivir juntos. O ese era el plan.
Pero estaba claro que no era el momento. Cada vez que oía a la gritona /cuadro de mi madre/ tenia una cierta esperanza de que fuera Harry quien entrar por la puerta. Pero la mayor sorpresa fue un día que vino Quejicus... digo el profesor Snape a informar sobre unos asuntos secretos a la Orden. Disfruto con las charlas que tengo con Remus... aunque al final todas encaminan a asuntos de la Orden. Supongo que es lo normal.
Ahora, en cuanto pudiera, y espero que dentro de poco, se me otorgaría una varita. Dado que la mía fue confiscada en Azkaban. Mi varita una hecha de roble, 28 cm, con núcleo de Fibra de corazón de Dragón. Si, me seria devuelta, o al menos una hermana de esta. Sin ella no podría combatir.
''Tranquilo, Canuto, tendrás tu varita. Pero ni se te ocurra salir del cuartel''
Siempre con lo mismo, Remus es un poco pesado con eso de seguir las ordenes... Él y todos. Sobretodo me tenia y tiene vigilado es Molly. Parece no quitarme ojo de encima, sobre todo cuando hablo de Harry. Bueno. Hasta que al fin se me devolvió mi varita. Si, ya tengo mi varita. Al fin puedo ser de cierta utilidad. Y ahora si puedo considerarme un miembro activo de la Orden.
Ahora era el lugar donde La Orden se reunía, amablemente les ofrecí esa casa. El viejo elfo, Kreacher, vagaba por la casa con sus juramentos en alto cada vez que me daba la vuelta. Seguía siendo un fugitivo, por desgracia. Y el director Dumblendore me pidió que no saliera del lugar, por mucho que quisiera, ni transformado en Hocicos. Mi única actividad era darle a Buckbeak ratas muertas para comer. También me quedaba de vez en cuando mirando el Tapiz de la Familia Black, aquel Tapiz que contenía el nombre de todos mis antepasados, sobre todo el trozo quemado en el que debería estar yo. O también dedicaba parte de mi tiempo para quitar alguna plaga que hubiera por la casa. Si, todo era muy aburrido. Pero me bastaba, me bastaba porque lo que hacia era esperar. ¿Esperar a que? Esperar a que al fin volviera a ver a mi ahijado. Y que cuando esto acabara, pudiéramos vivir juntos. O ese era el plan.
Pero estaba claro que no era el momento. Cada vez que oía a la gritona /cuadro de mi madre/ tenia una cierta esperanza de que fuera Harry quien entrar por la puerta. Pero la mayor sorpresa fue un día que vino Quejicus... digo el profesor Snape a informar sobre unos asuntos secretos a la Orden. Disfruto con las charlas que tengo con Remus... aunque al final todas encaminan a asuntos de la Orden. Supongo que es lo normal.
Ahora, en cuanto pudiera, y espero que dentro de poco, se me otorgaría una varita. Dado que la mía fue confiscada en Azkaban. Mi varita una hecha de roble, 28 cm, con núcleo de Fibra de corazón de Dragón. Si, me seria devuelta, o al menos una hermana de esta. Sin ella no podría combatir.
''Tranquilo, Canuto, tendrás tu varita. Pero ni se te ocurra salir del cuartel''
Siempre con lo mismo, Remus es un poco pesado con eso de seguir las ordenes... Él y todos. Sobretodo me tenia y tiene vigilado es Molly. Parece no quitarme ojo de encima, sobre todo cuando hablo de Harry. Bueno. Hasta que al fin se me devolvió mi varita. Si, ya tengo mi varita. Al fin puedo ser de cierta utilidad. Y ahora si puedo considerarme un miembro activo de la Orden.
lunes, 5 de mayo de 2014
La Resurreción del Fenix Oscuro.
Como ave Fénix oscuro que renace de sus cenizas. Como la mala hierva, que nunca muere. Vuelvo a los escenarios. Vuelvo porque mi publico me reclama. Y yo reclamo la muerte de Sherlock Holmes. Pero antes, puedo narrar mi ''resurrección'' aunque nunca morí. Todo el mundo conocerá el precioso salto del Ángel que Sherlock hizo desde la azotea. ¿Hermoso verdad? Lastima que no fuera exactamente de verdad. Pero eso me da a mi la oportunidad de matarlo yo mismo. Corre por ahí el rumor de que me volé la sien... Tsk Tsk... inocentes. ¿Morirá yo antes de ver bajo tierra a Sherlock?. Nunca.
Era un glorioso día, el día en que Sherlock Holmes iba a morir. O ese era el plan. Bueno, en cualquier caso siempre me guardo un Plan B, por si el A falla. Cosa que no me había pasado hasta ahora... Volviendo al tema. Subí a la azotea sin saber que mi Plan A iba a fallar, pero siempre llevando al B encima. Estaba confiado de lo que iba ha hacer. Todo estaba listo ''Comienza el juego'' y ahí llegaría el ''Game over'' de Sherlock. Todo el resto lo conoceréis. Y todo es correcto , salvo por el echo de que... Ha ha ha, no estoy muerto. ¿Queréis saber como es que sigo vivo? Un mago no desvela sus trucos. Suerte que este mago es algo excéntrico. Analicémoslo como si fuéramos Holmes. Empezando por la pistola, seria completamente normal que hubiese muerto en ese instante con esa pistola. Si hubiese sido autentica, claro. Conocéis ese juego Americano... ¿El pingball? Solo hice que redujeran el formato, que para que se pareciera a una pistola de gran calibre y que rellenaran una de esas pelotitas con sangre falsa, cuando apreté el gatillo... ¿Debería explicar como sonó a un tiro a quemarropa? Bueno eso es mas sencillo, un simple, para que me entendáis, botón detrás del gatillo. A la vez que apreté el gatillo ese sonido salió como si de un tiro se tratare. Y fingir que había muerto, Sherlock estaba muy ocupado hablando con su novio. Solo un pequeño charco de sangre falsa, por supuesto. Al rededor de mi cabeza. ¿Y para evitar parpadear? Unas lentillas especiales, tengo recursos. Y, fui paciente.
¿Cómo escape de ahí?. Cuando todo acabo. Cuando al fin estaba solo en la azotea. Cogí el móvil y llame a mi hombre de confianza. Sebastián Moran. Y el se ocupo de sacarme de ahí. Ya habíamos planeado de pasaría si ese incordio de Shelock Holmes no actuaba según lo previsto. Y tres años espere pacientemente. Elaborando planes maestros.
Y bueno, solo me queda decir... ¿Me echabais de menos?
Era un glorioso día, el día en que Sherlock Holmes iba a morir. O ese era el plan. Bueno, en cualquier caso siempre me guardo un Plan B, por si el A falla. Cosa que no me había pasado hasta ahora... Volviendo al tema. Subí a la azotea sin saber que mi Plan A iba a fallar, pero siempre llevando al B encima. Estaba confiado de lo que iba ha hacer. Todo estaba listo ''Comienza el juego'' y ahí llegaría el ''Game over'' de Sherlock. Todo el resto lo conoceréis. Y todo es correcto , salvo por el echo de que... Ha ha ha, no estoy muerto. ¿Queréis saber como es que sigo vivo? Un mago no desvela sus trucos. Suerte que este mago es algo excéntrico. Analicémoslo como si fuéramos Holmes. Empezando por la pistola, seria completamente normal que hubiese muerto en ese instante con esa pistola. Si hubiese sido autentica, claro. Conocéis ese juego Americano... ¿El pingball? Solo hice que redujeran el formato, que para que se pareciera a una pistola de gran calibre y que rellenaran una de esas pelotitas con sangre falsa, cuando apreté el gatillo... ¿Debería explicar como sonó a un tiro a quemarropa? Bueno eso es mas sencillo, un simple, para que me entendáis, botón detrás del gatillo. A la vez que apreté el gatillo ese sonido salió como si de un tiro se tratare. Y fingir que había muerto, Sherlock estaba muy ocupado hablando con su novio. Solo un pequeño charco de sangre falsa, por supuesto. Al rededor de mi cabeza. ¿Y para evitar parpadear? Unas lentillas especiales, tengo recursos. Y, fui paciente.
¿Cómo escape de ahí?. Cuando todo acabo. Cuando al fin estaba solo en la azotea. Cogí el móvil y llame a mi hombre de confianza. Sebastián Moran. Y el se ocupo de sacarme de ahí. Ya habíamos planeado de pasaría si ese incordio de Shelock Holmes no actuaba según lo previsto. Y tres años espere pacientemente. Elaborando planes maestros.
Y bueno, solo me queda decir... ¿Me echabais de menos?
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